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miércoles, 17 de agosto de 2011

pequeños accidentes

Hace días no escribo, es que realmente no estuve bien de salud. Si bien es ciert que al iniciar este blog mi intensión era escribir una nota por día, dado lo antes dicho, me fue imposible.
Es que pretendía llevar tipo vitácora, día a día las cosas que suceden en un hogar con dos niños pequeños, y padres jóvenes, obvio inexperientes mas que la propia experiencia que nos da la vida, y la enseñanza contínua que nos dan nuestros hijos.
Hoy paso particularmente algo que por suerte termino sin más que la anécdota,  pero que en realidad en ese momento se me paralizó el corazón.
Tenía a Pablo en su coche, atado por la cintura ya que es un niño sumamente inquieto, de hecho aún atado se mueve de forma tal que logra trasladar el coche y lo arrastra solo hasta llegar a su objetivo por ej. la mesa donde puede haber algo para agarrar. O lo otro que hace es aún atado, se cuelga hacia abajo y toca las ruedas...y eso que los cintos están bastante ajustados, pero a él no lo frena nada.
Hoy estaba en su coche, como venía diciendo, atado, y su hermana sentada al lado en el sillón. Situación normal, sin ningún tipo de posible complicación.
Fui a la cocina a lavar un par de cosas que habían quedado del almuerzo y en eso siento un llanto raro, no lograba identificar de cual de los dos provenía. Mezclado había como un quejido, no se expresar bien, era muy raro. Me asomo inmediatamente y estaba la hermana sentada en el piso sujetando por la cabeza a su hermano quién había volcado el coche de lado. Inmediatamente trate de agarrar con una mano el coche, con la otra al hermano y liberarla a ella. Una vez que pude dominar la situación, saque al hermano del cochecito, lo observé y no tenía golpes, ella lloraba muy angustiada y me decía que el hermano había querido agarrar un pote verde con el que ella estaba jugando y se había caído. Obvio que lo que realmente paso o como paso no lo voy a saber, pero realmente me puso muy en alerta, ya que como bien dicen "los niños son un segundo". No pasa por cuanto o tanto los miremos, pasa que los tenemos que tener enfrente en todo momento, hasta cuando duermen. No alcanza con que tomemos todas las precauciones, parece que nunca alcanza. Se las ingenian para llegar a aquellos lugares que ni nos imaginamos, alcanzar aquel adorno inalcanzable, treparse por esa caja que estaba en el fondo. En fín son una cajita de peligros.
Es una realidad, por más que la situación parezca dominada, nunca se sabe con ellos, debemos evitar que ella nos domine.

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